sábado, 18 de febrero de 2017

Olvido...

Ella es tan frágil, tan delicada... Cuantos momentos se perderán para siempre, como una llama ahogada sin oxígeno,imposible de avivar. Así me siento, ahogado. Como me gustaría gritar y excarcelar todo lo que llevo dentro, extraer este dolor del que soy incapaz de deshacerme. ¿Qué debo hacer?

Ahí está. Sentada en ese banco donde solíamos estar juntos cada tarde, viendo pasar las horas de ese obsoleto reloj,sintiendo su calida piel,perdiendome en su profundo color de ojos, verdes...
Cuanto tiempo ha pasado desde aquello... Está irreconocible, con la mirada perdida, carente de expresión. Siento lástima por ella, vagabundea sin un destino claro, desorientada y temerosa de qué significado olvidará mañana.

La observo desde lejos, inquieto y deseoso de acercarme a ella, la que ha sido mi mujer todos estos años... No me reconoce, ya no reconoce ese perfume que me regaló y tanto le gustaba, esos momentos en que lloraba desconsolada y yo siempre estuve allí, siempre fui su apoyo... y ahora simplemente soy para ella un extraño, un desconocido más, ya no despierto ningun sentimiento de amor en su interior... quizá ya nada se lo despierte...

Me siento profundamente triste, de que esa maldita enfermedad, borre todo lo que hemos construido juntos y se lleve consigo todos y cada uno de nuestros recuerdos.